PROCEDENCIA DEL ESTADO TRIBUTARIO

Ningún Estado puede funcionar sin los tributos de los asociados. El dinero básico del Estado procede de los impuestos que deben pagar los ciudadanos.
Desde siempre, el gran aparato político, administrativo, legislativo y judicial funciona con los dineros que proveen los habitantes de un país. Este sistema existe desde cuando la institución estatal comenzó a aparecer en el desarrollo de las sociedades humanas. Ya era posible encontrarlo, valga el ejemplo, en el imperio incaico del Perú, donde los agricultores indígenas estaban obligados a pagar al lnca el tributo denominado MINGA o MITA, consistente en destinar uno o varios días a la semana a los trabajos públicos. De este modo fueron construidos los sorprendentes caminos empedrados que surcaban todo el inmenso territorio del Tahuantisuyo, así como los edificios de piedra del Cuzco y las terrazas de cultivo en lo alto de los Andes.
Durante el esclavismo, surgido ya el Estado propiamente dicho, además del trabajo de los esclavos que laboraban de manera directa para sus propietarios, existieron los impuestos a los ciudadanos libres, que tenían que aportar recursos para el mantenimiento de funcionarios, administradores, sacerdotes y, especialmente, el ejército.
A lo largo de la Edad Media el sistema de tributos se hizo especialmente agobiante. Los siervos no sólo estaban obligados a pagar impuestos al señor feudal, de manera directa, trabajando incansablemente, pegados a la tierra como si fueran otro tipo de semoviente, sino también al rey. Eran numerosos los tributos: por el paso de puentes, por utilizar el agua, por llevar el ganado a ciertos pastos, por entrar a cazar en los bosques. Y hasta existía el llamado "derecho de pemada" que otorgaba al feudal el derecho a acostarse primero con una sierva suya que debía contraer matrimonio al día siguiente.
En la época de La Colonia, en América, a finales del siglo XVIII, fue precisamente el aumento desmedido de los impuestos el que desató la ola de levantamientos "comuneros", como el desencadenado en la entonces provincia del Socorro al mando de José Antonio Galán. El acto de rebeldía de Manuela Beltrán, recordado por la historia, no fue más que el rompimiento en público de los carteles que anunciaban los nuevos tributos. El rey español se había visto obligado a imponerlos para solventar su costosa administración. Décadas más tarde, cuando a la problemática interna se agregó la guerra contra Napoleón, los patriotas americanos aprovecharon el debilitado el poder de España para proclamar la independencia.
Solamente el mundo moderno, es decir, el mundo capitalista entró a "racionalizar" el cobro de impuestos. En vario sentidos: por una parte, elaboró explicaciones y teorías para justificarlos y, por otra, los hizo menos gravosos, más soportables y, por ello, más recaudables.
Al ciudadano "libre" se le aclaró que los impuestos no tenían como destino enriquecer a los potentados, sino mantener el sistema económico y social.
En otras palabras, se le enseñó que se trataba de dineros públicos, al servicio de todos. Claro está que de ellos se continuarían pagando los sueldos de los funcionarios, de los administradores, de los ejércitos y de la policía.
Surgió el concepto diferenciador de LO PÚBLICO y LO PRIVADO y no se dejó duda en el sentido de indicar que el pago de tributos hacía parte de lo público. Ello permitió plantear que la falta de pago (evasión) de impuestos podía llegar a ser DELITO.
Igualmente, la burguesía dejó de cobrar tributaciones para casi todo y aprendió a obtener de otros modos los recursos del Estado; por ejemplo, cobrando tasas por el ingreso de mercaderías del exterior y por la salida de productos internos, manejando directamente algunas empresas manteniendo monopolios productivos, como el de los licores. Más trabajadora que la antigua nobleza territorial, perezosa e improductiva la burguesía transformó el funcionamiento de estos pagos forzosos.
Sin embargo. no existe duda para nadie que el tema de los impuestos ha sido siempre un asunto poco grato. Nunca en la historia se avienen los ciudadanos con absoluta tranquilidad y aceptación a pagar los tributos. En idioma castellano el propio nombre lo muestra de manera palmaria: no se trata de recaudas voluntarios de óbolos que el ciudadano entrega, sino de pagos IMPUESTOS, es decir obligatorios.
La anterior es la razón de psicología social que hace totalmente impopular cualquier reforma que los incremente y lo que lleva a todos los políticos que en el mundo han sido y serán a recoger seguidores con la vana promesa de no aumentar impuestos, que es precisamente la primera que incumplen.
Mejorando la estrategia recaudatoria, los Estados contemporáneos han preferido eliminar los IMPUESTOS DIRECTOS para la gran masa de la población (sólo los dejan para los llamados grandes contribuyentes) e imponer en cambio los IMPUESTOS INDIRECTOS, como el que existe sobre las ventas, que no parecen estar siendo pagados por el contribuyente, pues se confunden con el valor de los productos adquiridos o los servicios obtenidos. Esta ha sido también la metodología que permitió implantar con éxito la denominada RETENCIÓN EN LA FUENTE para las rentas de trabajo y similares, que se cobra antes de que los dineros vayan a parar a las manos del usuario final.

2 comentarios:

Anunaki Bueno dijo...

Hola, quisiera citar este artículo, pero necesito saber el nombre de su autor. Muchas gracias.

seap36963 dijo...

Concuerdo con el primer comentario, muy buen articulo, pero, y el nombre del autor?

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