Es un hecho constatable y preocupante que los emprendedores, directivos, profesionales y científicos que están impulsando los sectores productivos emergentes, de futuro para nuestro país, y que están haciendo aportaciones en términos de innovación tecnológica, de nuevas energías, de productos y procesos productivos más eficientes, más ecológicos y en definitiva más modernos, no ocupan el lugar que les corresponde en la primera línea de las organizaciones empresariales ni en los foros económicos ni en el mundo académico, demasiado copados por personas e ideas ligadas a la vieja economía, a sectores maduros, cuando no definitivamente obsoletos, con miedo a la innovación y sin ideas ni proyectos que apuesten por el cambio de modelo productivo y social.
Lo mismo puede decirse del sector de la economía social y de las empresas que apuestan por un trabajo de calidad; las cooperativas, las sociedades laborales y los nuevos emprendedores, a pesar de ser los que están resistiendo mejor la crisis y los que más están invirtiendo en innovación y en trabajo más formado y estable, tampoco se hacen oír en los foros empresariales, ni en el debate político-económico, ni reciben la atención que se merecen.

Este cambio de liderazgos no pasa –evidentemente– por la aparición de personajes mediáticos ni puede basarse en gesticulaciones ni se trata de organizar un desembarco de emprendedores de éxito en las estructuras clásicas de los partidos o de las organizaciones empresariales. Es algo más complejo: hay que recuperar la necesaria complicidad entre acción innovadora en el campo económico e intelectual y en el campo político. La experiencia histórica nos demuestra que Catalunya ha sido capaz de avanzar e innovar en el campo económico, social y cultural cuando se ha dado el reencuentro entre gente que tenía propuestas a realizar con una visión más allá de los límites de la propia empresa, del propio partido o del interés sectorial, científico o técnico.
En situaciones como la presente, hay que incorporar nuevas caras y nuevas ideas al liderazgo social, empresarial y político, puesto que solo desde un diálogo renovado –en los protagonistas y en las propuestas– podrá recuperarse la credibilidad imprescindible para abordar las reformas necesarias. El cambio económico y social necesita de la política, pero la política solo se renueva, solo puede sanearse y modernizarse, desde la sociedad.
Vía: Salvador Milá. El Periódico
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